La verdad de LA RENOVACIÓN
“No os conforméis a este siglo, sino transformaos
por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis
cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta” (Romanos, 12:2).
La renovación es un
proceso gradual hacia la transformación. Actúa, sobre todo, en la mente
(Ro.12:2) y en el espíritu (Sal.51:10) (Ef.4:23). En este proceso debemos tomar
parte activa llenando nuestra mente con la palabra de Dios. Esta verdad es
clave. Si vamos a vivir en victoria sobre el sistema de este mundo será por
conocer la voluntad de Dios y obedecerla. “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has
hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están
conmigo. Más que todos mis enseñadores he entendido, Porque tus testimonios son
mi meditación. Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus
mandamientos; De todo mal camino contuve mis pies, Para guardar tu palabra… ¡Cuán
dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. De tus mandamientos
he adquirido inteligencia; Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira” (Salmo,
119:97-104). “Nunca se apartará de tu
boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que
guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces
harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué,1:8). “Bienaventurado el varón que no anduvo en
consejo de malos… si no que en la ley del
Señor está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado
junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y
todo lo que hace, prosperará” (Sal,
1:1-3).
De esta forma pensamos
como piensa Dios; hablamos como Dios habla y vivimos de
acuerdo con la santidad de Dios. “Como
hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en
vuestra ignorancia; si no, como aquel que os llamó es santo, sed
también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque
escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por
Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno,
conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación” (1Pedro,
1:14-17). Su palabra debe afincarse, habitar y establecerse en nosotros.
La
verdad de la TRANSFORMACIÓN
“Por tanto, nosotros
todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos
transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu
del Señor” (2Corintios, 3:18).
Cuando hemos digerido su palabra, ésta se diluye en nuestro ser y produce la
transformación de nuestra vida. La palabra (el Verbo-Jesús) actúa en nosotros y
reproduce la imagen de Jesús. “Por lo
cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis
la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de
hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros
los creyentes” (1Tesalonicenses,2:13).
Jesús es el Pan de vida
que al comerlo produce en nosotros la transformación de nuestro ser: espíritu,
alma y cuerpo. “Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto,
y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que
de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si
alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi
carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Entonces los judíos contendían
entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús
les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del
Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come
mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día
postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es
verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí
permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo
por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este
es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y
murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente” (Juan 6:48-58). Así se establece la
fusión-comunión entre Cristo y el creyente.
Resumiendo. La verdad de
la regeneración, la renovación y la transformación ponen en nosotros las bases
para una vida práctica de victoria.