martes, 2 de septiembre de 2014

LA VERDAD DE LA RENOVACION

La verdad de LA RENOVACIÓN

“No os conforméis a este siglo, sino transformaos por medio de la renovación de vuestro entendimiento, para que comprobéis cuál sea la buena voluntad de Dios, agradable y perfecta”  (Romanos, 12:2).
La renovación es un proceso gradual hacia la transformación. Actúa, sobre todo, en la mente (Ro.12:2) y en el espíritu (Sal.51:10) (Ef.4:23). En este proceso debemos tomar parte activa llenando nuestra mente con la palabra de Dios. Esta verdad es clave. Si vamos a vivir en victoria sobre el sistema de este mundo será por conocer la voluntad de Dios y obedecerla. “¡Oh, cuánto amo yo tu ley! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mandamientos, porque siempre están conmigo. Más que todos mis enseñadores he entendido, Porque tus testimonios son mi meditación. Más que los viejos he entendido, Porque he guardado tus mandamientos; De todo mal camino contuve mis pies, Para guardar tu palabra… ¡Cuán dulces son a mi paladar tus palabras! Más que la miel a mi boca. De tus mandamientos he adquirido inteligencia; Por tanto, he aborrecido todo camino de mentira” (Salmo, 119:97-104). “Nunca se apartará de tu boca este libro de la ley, sino que de día y de noche meditarás en él, para que guardes y hagas conforme a todo lo que en él está escrito; porque entonces harás prosperar tu camino, y todo te saldrá bien” (Josué,1:8). Bienaventurado el varón que no anduvo en consejo de malos…  si no que en la ley del Señor está su delicia, Y en su ley medita de día y de noche. Será como árbol plantado junto a corrientes de aguas, Que da su fruto en su tiempo, Y su hoja no cae; Y todo lo que hace, prosperará”  (Sal, 1:1-3).
De esta forma pensamos como piensa Dios; hablamos como Dios habla y vivimos de acuerdo con la santidad de Dios. “Como hijos obedientes, no os conforméis a los deseos que antes teníais estando en vuestra ignorancia; si no, como aquel que os llamó es santo, sed también vosotros santos en toda vuestra manera de vivir; porque escrito está: Sed santos, porque yo soy santo. Y si invocáis por Padre a aquel que sin acepción de personas juzga según la obra de cada uno, conducíos en temor todo el tiempo de vuestra peregrinación(1Pedro, 1:14-17). Su palabra debe afincarse, habitar y establecerse en nosotros.
La verdad de la TRANSFORMACIÓN
“Por tanto, nosotros todos, mirando a cara descubierta como en un espejo la gloria del Señor, somos transformados de gloria en gloria en la misma imagen, como por el Espíritu del Señor” (2Corintios, 3:18). Cuando hemos digerido su palabra, ésta se diluye en nuestro ser y produce la transformación de nuestra vida. La palabra (el Verbo-Jesús) actúa en nosotros y reproduce la imagen de Jesús. “Por lo cual también nosotros sin cesar damos gracias a Dios, de que cuando recibisteis la palabra de Dios que oísteis de nosotros, la recibisteis no como palabra de hombres, sino según es en verdad, la palabra de Dios, la cual actúa en vosotros los creyentes” (1Tesalonicenses,2:13).
Jesús es el Pan de vida que al comerlo produce en nosotros la transformación de nuestro ser: espíritu, alma y cuerpo.  “Yo soy el pan de vida. Vuestros padres comieron el maná en el desierto, y murieron. Este es el pan que desciende del cielo, para que el que de él come, no muera. Yo soy el pan vivo que descendió del cielo; si alguno comiere de este pan, vivirá para siempre; y el pan que yo daré es mi carne, la cual yo daré por la vida del mundo. Entonces los judíos contendían entre sí, diciendo: ¿Cómo puede éste darnos a comer su carne? Jesús les dijo: De cierto, de cierto os digo: Si no coméis la carne del Hijo del Hombre, y bebéis su sangre, no tenéis vida en vosotros. El que come mi carne y bebe mi sangre, tiene vida eterna; y yo le resucitaré en el día postrero. Porque mi carne es verdadera comida, y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre, en mí permanece, y yo en él. Como me envió el Padre viviente, y yo vivo por el Padre, asimismo el que me come, él también vivirá por mí. Este es el pan que descendió del cielo; no como vuestros padres comieron el maná, y murieron; el que come de este pan, vivirá eternamente”  (Juan 6:48-58). Así se establece la fusión-comunión entre Cristo y el creyente.


Resumiendo. La verdad de la regeneración, la renovación y la transformación ponen en nosotros las bases para una vida práctica de victoria.

lunes, 1 de septiembre de 2014

¿COMO VENCER LA PEREZA?

                  ¿COMO VENCER LA PEREZA?

La indiferencia conduce a la pasividad y ésta desemboca en la pereza.
Definir el concepto.  ¿Qué es la pereza?   Es el descuido en hacer las cosas que estamos obligados a realizar. Negligencia. Tardo, lento o pesado en el movimiento o en la acción. La pereza es uno de los grandes enemigos del hombre y su desarrollo.
Hay diferentes clases de pereza.  Normalmente pensamos que la pereza sólo tiene que ver con la persona que duerme mucho pero hay otras manifestaciones de pereza.
Pereza mental: El que no quiere pensar.
Pereza sentimental: El que no expresa sus sentimientos naturales, no habla.
Pereza física: El que no quiere trabajar y el esfuerzo físico le abruma.
Pereza espiritual: El que no dedica tiempo a la oración, la meditación y el estudio de la palabra de Dios, no se congrega, etc.
La pereza es una especie de pulpo con muchos brazos para atenazar las diferentes áreas de nuestra vida.
¿Qué produce la pereza?  Este enemigo es un gran productor de males, algunos de ellos muy dramáticos. Veamos algunos ejemplos en el libro de los Proverbios. En este libro de la Biblia encontramos que es un tema que se repite ampliamente.
    Venciendo la tentación de la Pereza
  1. Produce pesadez y sueño.  La pereza hace caer en profundo sueño, Y el alma negligente padecerá hambre”  (Pr.19:15).
  1. Produce cansancio y fatiga.  “Mete el perezoso su mano en el plato; se cansa de llevarla a su boca”  (Pr.26:15).  Pasé junto al campo del hombre perezoso, y junto a la viña del hombre falto de entendimiento, y he aquí que por toda ella habían crecido los espinos, ortigas habían ya cubierto su faz, y su cerca de piedra estaba ya destruida.  Miré, y lo puse en mi corazón; lo vi, y tomé consejo. Un poco de sueño, cabeceando otro poco, poniendo mano sobre mano otro poco para dormir; así vendrá como caminante tu necesidad, y tu pobreza como hombre armado” (Pr.24:30-34). 
  1. Produce argumentos falsos.  El perezoso no ara a causa del invierno; pedirá, pues, en la siega, y no hallará”   (Pr.20:4).  “Dice el perezoso: El león está fuera; seré muerto en la calle”  (Pr.22:13).  “En su propia opinión el perezoso es más sabio que siete que sepan aconsejar”  (Pr.26:16).
  2. Produce frustración.  El alma del perezoso desea, y nada alcanza; mas el alma de los diligentes será prosperada”  (Pr.13:4).
  1. Produce pobreza.  “Ve a la hormiga, oh perezoso, mira sus caminos, y sé sabio; la cual no teniendo capitán, ni gobernador, ni señor, prepara en el verano su comida, y recoge en el tiempo de la siega su mantenimiento. Perezoso, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? Un poco de sueño, un poco de dormitar, y cruzar por un poco las manos para reposo; así vendrá tu necesidad como caminante, y tu pobreza como hombre armado”  (Pr.6:6-11).
  1. Produce muerte.  “El deseo del perezoso le mata, porque sus manos no quieren trabajar” (Pr.21:25)


REVELACION Y VIDA

Una fuente continua de REVELACIÓN Y VIDA

Textos claves: (Fil.3:7-1O) (Col.2:1-3) (Is.60:1,2)

UNIDOS CON CRISTO
Nuestra unión con Cristo es tan real que él habla y se expresa a través de nosotros. “Pues buscáis una prueba de que habla Cristo en mí, el cual no es débil para con vosotros, sino que es poderoso en vosotros(2 Co.13:3). Esto que parecería una exageración, es sin embargo, lo normal de una fusión como la que el creyente vive con Cristo. “El que se une al Señor es un espíritu con él” (1 Co.6:17). “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1 Jn.2:6). Los gálatas lo entendieron así cuando les fue predicado el evangelio por el ap6stol Pablo. “Me recibisteis como un ángel de Dios, como a Cristo Jesús mismo” (Gá.4:14).

RESULTADOS DE ESA UNIÓN

Desde que el hombre perdió la comunión con el Creador, por el pecado, se han hecho toda clase de intentos por regresar a Dios, conocerle, saber donde está Sin embargo, “a Dios nadie le ha visto, el Unigénito Dios, que está en el seno del Padre, El le ha dado a conocer” (Jn.1:18). Necesitamos, por tanto, identificar al Cristo, el Mesias; y para ello es preciso recibir revelación. Dios se revela a si mismo a través de Jesús. “Porque Dios, que mandó que de las tinieblas resplandeciese la luz, es el que resplandeció en nuestros corazones, para iluminación del conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo” (2Co.4:6). ¿Cómo viene esa revelación?
  • Por el llamamiento soberano de Dios.
  • Por su gracia. “Mas os hago saber, hermanos, que el evangelio anunciado por mí, no es según hombre; pues yo ni lo recibí ni lo aprendí de hombre alguno, sino por revelación de Jesucristo... Pero cuando agradó a Dios, que me apartó desde el vientre de mi madre, y me llamó por su gracia, revelar a su Hijo en mí, para que yo le predicase entre los gentiles, no consulté en seguida con carne y sangre” (Gá.1:11,12,15,16). “Según nos escogió en él antes de la fundación del mundo, para que fuésemos santos y sin mancha delante de él, en amor habiéndonos predestinado para ser adoptados hijos suyos por medio de Jesucristo, según el puro afecto de su voluntad, para alabanza de la gloria de su gracia, con la cual nos hizo aceptos en el Amado” (Ef.1:4-6). 
Un ejemplo de la revelación de la Persona de Jesús lo encontramos en la vida del apóstol Pedro. “Él les dijo: Y vosotros, ¿quién decís que soy yo? Respondiendo Simón Pedro, dijo: Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios viviente. Entonces le respondió Jesús: Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos”

(Mateo, 16:15-17).

HIJOS PARA HEREDAR LA BENDICION

Somos hechos HIJOS PARA HEREDAR LA BENDICIÓN
Textos claves: (Gá.1:13,14) (Ef.1:3) (Is.60:1)
UNIDOS CON CRISTO

Nuestra unión con Cristo es la unión con Dios como Padre, y por tanto, herederos de Él. Nuestra unión con Cristo es también la unión con la bendición de Dios. Somos hechos hijos benditos del Padre. “Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos bendijo con toda bendición espiritual en los lugares celestiales en Cristo” (Ef.1:3) “Venid, benditos de mi Padre, heredad el reino preparado para vosotros desde la fundación del mundo” (Mt.25:34). El hijo pródigo fue unido con el Padre, devuelto a la casa, vestido con la dignidad de hijo y autorizado para heredar (Lc.15:20-24). Fue sacado (redimido) de la maldición de todo tipo de escasez, y puesto en la casa de abundancia. Eso mismo es lo que nos ha acontecido a nosotros cuando hemos retornado a Dios a través de Jesucristo.